¿Qué es la publicidad?
Es una herramienta de marketing
que tiene como objetivo la venta de productos o servicios a través de la
divulgación de información positiva. Atrae y da a conocer una marca a sus
consumidores por medio de diferentes canales.
El giro icónico en el siglo XXI y la publicidad
Tras el conocido "giro lingüístico", en el siglo
XXI llega el "giro icónico": si con el primero el lenguaje ocupa el
lugar que durante siglos había pertenecido a la razón como lugar privilegiado
de conocimiento, ahora es la imagen la que desplaza al lenguaje y al discurso.
Desde un punto de vista histórico, la primacía de la
imagen
es clara: sólo hay que pensar en aquel primitivo hombre que con escasos
recursos pintaba con detalle los animales que le rodeaban. A pesar de ser
pinturas relacionadas con ritos, lo cierto es que en ellas se expresa el modo
en que nuestros antepasados entendían el mundo
Es la vista la que
establece nuestro lugar en el mundo circundante; posteriormente, explicamos
nuestro mundo a través de las palabras, pero las palabras no pueden suplir el
hecho de que estamos rodeados por él.
Es evidente que la publicidad tiene una finalidad clara,
bien definida, y de la que todos somos conscientes: vender. Por ello, el mensaje publicitario y la imagen que
contiene están cuidadosamente estudiados y diseñados. En lo que
inocentemente puede parecer una simple imagen de la realidad se esconden
cientos de signos y símbolos orientados a "atrapar" al espectador.
La necesidad de un estudio crítico de la publicidad
La publicidad en su forma más antigua nació con el hombre.
Desde sus inicios fue empleada como modo de anunciar acontecimientos,
intenciones y persuasiones humanas, orientadas hacia diversos fines.
La historia relata el descubrimiento de uno de los textos
publicitarios más antiguos en Tebas: en un papiro egipcio (de casi 3.000 años),
un rico comerciante ofrecía una recompensa a quien diese noticia alguna de un
esclavo huido, no sin antes informar de que se trataba del tejedor Hapu,
"propietario de la tienda donde se tejen las más bellas telas".
Al principio la función de la publicidad fue sencillamente
informativa, pero se tornó persuasiva y no tardó en incorporar elementos de
diseño y moda; crear y recrear falsas historias para convencer; lanzar
atractivos eslóganes; recurrir a los sentimientos y afectos.
La primera función de la publicidad fue informar, pronto
adquirió una función educativa (educa a la persona, la convierte en un agente
social), una función reproductora (crea una actitud favorable hacia el producto,
y captando la atención de público) y una función transformadora (intenta con su
técnica contribuir al desarrollo social y mejorar las condiciones de vida;
convirtiéndose en agente socializador).
Sus efectos no se limitan a la mera promoción, elección y
compra de productos; si no que podemos hablar de efectos económicos (contribuye
a desarrollar y mejorar la economía, con más productos y de mejor calidad),
psicológicos (tiene como finalidad influir en las actitudes de los
consumidores, tratando de crear una actitud positiva hacia las intenciones del
emisor), sociológicos (se convierte en un agente social de gran fuerza,
transmitiendo información sobre la cultura en la que estamos inmersos, los
grupos sociales, los estilos de vida, los valores, actitudes, normas, modos de
ver la vida, etc.) y pedagógicos (puede ayudar a los escolares a conocer la
realidad y a saber posicionarse ante ella).
Los efectos especiales de la publicidad, los efectos sobre
los niños, la influencia sobre el consumo de tabaco y bebidas alcohólicas, los
efectos de engaño, los efectos sobre la estructura y contenido de los medios de
comunicación, la influencia de la publicidad sobre las culturas nacionales y
los efectos sobre la imagen de la mujer y del hombre. Estos son los efectos que
nos alertan: con ellos se perpetúan estereotipos sociales, mitos y tópicos, y
se crean nuevos, transmitiendo y conceptos que en realidad pueden ser
perjudiciales.
Es la función mitificadora que puede llegar a tener la publicidad. Estos efectos y la función mitificadora de la publicidad son otro motivo de atención por nuestra parte para adquirir una actitud crítica con la publicidad.
La persuasión en publicidad
Hasta ahora hemos visto como el mensaje publicitario:
1)
Transforma y modifica los patrones de consumo y
el estilo de vida de los consumidores
2)
Crea y recrea falsas historias para convencer
3)
Estimula el deseo hacia un producto
4)
Contiene agresividad, humor, simpatía, entre
otros sentimientos
5)
Apela a los sentimientos y emociones más
profundos del consumidor
6) Integra
un ritmo, una cadencia, una estética, unos valores
Todo ello para asegurar su objetivo: la venta y el
beneficio económico. Para conseguirlo, la publicidad persuade, seduce, fascina.
Busca diferentes modos sutiles, pero efectivos, de persuasión.
Aquí vamos a analizar tres: la persuasión racional; la
persuasión emotiva y la persuasión subliminal.
·
La
persuasión racional o argumentativa es aquella que
realiza deducciones, inducciones, utiliza la retórica, la referencia o la
identidad, para convencer de las ventajas del producto anunciante.
Un producto que enumere sus propiedades y sus
ventajas para concluir que es el mejor del mercado, está intentando persuadir
racionalmente.
·
La
persuasión más utilizada en la publicidad es
la emotiva o afectiva. Se trata de esa publicidad que
influye en el estado de ánimo del receptor, utiliza sus sentimientos (anhelos,
temores, etc.) o provoca nuevos (el placer de lo prohibido, sensación de
necesidad, etc.). Dentro de ella, son muy empleadas las falacias, que
sustituyen la argumentación lógico-racional por la apelación a los sentimientos
y las emociones psicológicas; ya que se parte de la premisa de que la toma de
decisiones de las personas es más influenciable a través del
"corazón", que a través de la "cabeza".
Dentro de este tipo
de persuasión podríamos diferenciar muchos subtipos. Aquí vamos a explicar
tres, que desde mi punto de vista son los más comunes: apelación al miedo, a
la envidia y a las necesidades.
o
El primero es aquel que utiliza como recurso
los miedos típicos del ser humano para perturbarle. Apelar a los
miedos comunes del hombre suele dar muy buen resultado, pues en esencia todos
tememos lo mismo: la enfermedad, la desgracia, el sufrimiento propio y el
ajeno, la muerte, el desengaño. Tomar conciencia de ellos, no puede dejarnos
indiferentes, consigue crear una sensación de angustia que puede inducir a
pensar que el producto anunciado puede calmar esa ansiedad.
o
El segundo subtipo es la que apela a uno de los
sentimientos más comunes del ser humano: la envidia. Se centra siempre en
el futuro comprador, le ofrece una imagen de sí mismo que resulta fascinante
gracias al producto que está intentado vender. Así el consumidor desea lo que
podría llegar a ser; y lo que hace envidiable esa posibilidad es la envidia de
los demás. Ser envidiado es una forma solitaria de reafirmación
o
Sigo en este punto la clasificación que realiza
Bermejo Berros, distinguiendo seis tipos diferentes de necesidades que se crean
o potencian en el espíritu humano.
§
Necesidades centrípetas: necesidades ligadas al
yo, a su expresión, completud, etc.
§
Necesidades centrífugas: necesidades de
relación, afiliación e intercambio social.
§
Necesidades objetuales-funcionales: necesidades
ligadas a los productos (vestido, alimento, bienestar).
§
Necesidades de defensa y evitación: defensa
contra la enfermedad buscando la salud; evitar que los ladrones roben tus
propiedades, evitar la humillación, etc.
§
Necesidades de poder y logro: dominación sobre
el otro y superación de sí mismo.
§
Necesidades de afecto: necesidad empática en la
que la situación del otro genera una reacción afectiva (por ejemplo,
apadrinamiento de un niño huérfano).
·
La persuasión inconsciente o subliminar.
Esta consiste en insertar una imagen parasitaria entre las 24 que desfilan por
segundo en el cine (25 en la televisión). Al no producirse persistencia
retínica, el ojo ve la imagen y el cerebro recibe la información, pero por debajo
del umbral de la conciencia (por eso subliminar, del latín sub limen,
por debajo del límite).
Las connotaciones que encierra
una imagen son la forma más efectiva de persuasión publicitaria. La fuerza
persuasiva de la connotación reside en su sutileza. Una publicidad demasiado
directa y agresiva lo único que consigue es el rechazo del espectador; en
cambio, la publicidad que utiliza imágenes bien elaboradas, con una fuerte
carga connotativa, y con un eslogan sencillo, puede pasar inadvertida para el distraído
espectador; pero, poco a poco como el agua que erosiona la roca, el mensaje se
irá anclando en su subconsciente y el mensaje se reforzará.
Cuanto mayor sea la sutileza,
cuanto menos se vislumbren las intenciones del anunciante, mucho más confiados
se mostrarán los compradores potenciales y antes caerán en la estudiada trampa.
Referencias bibliográficas:
Gómez, P.
(s. f.). Connotación y persuasión en la imagen publicitaria.
https://www.ugr.es/%7Epwlac/G24_55SoniaEster_Rodriguez_Garcia.html
Sordo, A. I. (2022,
22 noviembre). Estrategias de publicidad: definición, tipos y ejemplos.
https://blog.hubspot.es/marketing/estrategias-de-publicidad
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